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martes, 12 de abril de 2011

Antes

“Respondí sin abrir los ojos. Aún no tenía ojos y en mis cuencas  vacías
en el silencio de las piedras dormían los caracoles de la nada”
Mahop Ma Mahop

Antes de llegar, no había nada.
No había tampoco,
nadie que habitara la nada.

Antes de empezar,
no existía el verbo ni los adverbios de modo.
Y el placer y el dolor eran lo mismo;
ninguna cosa.

No cabía el pre, el ante,
no cabía el cabe, el desde.

Antes de hablar
tuve que inventar las palabras,
y nació la palabra antes
como una sucia placenta.

Porque antes de llover
no había agua,
si quiera había algo que lavar.

Antes, no había el antes,
ni el después.
Ni hierba que pisar,
ni pies que quisieran ser descalzados.

Antes de las playas
no había arena,
ni mar con que la arena tuviera que encontrarse.
Ni trajes de baño, ni veleros con arpones.

Antes de conocerte
no había mundo,
ni reproches, ni orgasmos, ni jaquecas.

Por no haber,
antes no había nada que escribir
ni nadie que lo leyera.   

Me Mantego

“El gran verso está por venir”
Y con esa frase sobrevivo;
me mantengo.

A veces lo busco
y me encuentro con su familia.

Otras, las que menos,
algo brilla como señal de lo inminente,
como el timbre de la puerta.
Sólo que no suena.

Pero las más de las veces
sólo queda el papel en blanco.
Desafiantemente blanco.
Insultantemente blanco.
Cansado de su carácter inflamable.
Aburrido del mutismo de mis yemas,
hastiado, justo  igual que sus vecinos.

Y son esas, las más de las veces,
cuando prendo una cerilla
y acabo con su agonía.