Anular y Corazón están tristes,
como abstraídos.
No quieren tocar más el piano.
Anular y Corazón
se me declaran “no cooperadores”,
tal cual.
Y con quién hablo yo
si el sindicato de los dedos está por inventar.
Anular y Corazón están altivos,
sobreactuados, como dos divas.
Saludan raro y acarician con desgana.
Si les llevo flores se arrugan,
si les amenazo con amputar
se abrazan y tiemblan.
Se escudan en la llegada de la treintena,
en que la primavera
nos pone a todos ñoños
Y yo hago fuerza
sin saber si tiro o empujo.
Hoy, de pronto, grité sus nombres
y se me abrió
un agujero negro en el pecho.
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