Me gustaría poder explicarle
a alguien,
cómo caminas cuando te alejas.
Estás desnudo, por supuesto,
siempre lo estás en mi cabeza.
Hay algo,
no sabría decir qué
que te aúpa los hombros
y te da un aire confiado
que me hace flaquear las piernas.
Luego está lo otro,
el tema de tu pelo.
Caminas desnudo
–sobra decir que por supuesto-
y una belleza enmarañada
pendula sobre tu espalda.
No puedo ver tu piel
bajo tanto derroche de pelo
pero sé que es suave, sé
que si la tocase estaría tersa
y sería agradecida.
Sé también, que si la besase
la piel de tu espalda acogería
-con agrado-
la humedad de mis labios.
Te alejas,
increíblemente desnudo,
y te observo – literalmente-
por primera vez.
Caminas y te detienes
Te giras y vuelves.
Se te ha olvidado algo.
No voy a tener problema en dártelo.
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