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miércoles, 24 de agosto de 2011

Cero Morbo


Camino por casa
desnuda,
sin morbo.

Abro la nevera y el moho
está frío;
Abro el congelador y el moho
está congelado.
- Agradezco en silencio la coherencia de los parásitos-

Me tumbo en el suelo
desnuda, repito,
sin morbo, cero morbo.
Así estoy.
En una cama de baldosa
blanca y fría
Se me eriza el vello
en una total ausencia de morbo.

Podría dormirme

Miro bajo el fregadero
y veo un tapón en crisis;
en su día tapó algo.

Levanto mi cuerpo desnudo
sin ayuda, sin morbo
y no sé,  si eso me pone triste
o me enorgullece.


Puntos de Inflexión

“Y sentimos a veces, en mitad
de la reunión o de la clase
el plomo en la garganta, la culebra
reptando  por los nervios y los años “
Miguel Martínez López


Hay puntos de inflexión
que te dejan en estado de ingravidez.
Y flotas, flotas
mirando al suelo, pensado en la caída.

Los hay que son esquinas a doblar
como el día de pánico y respeto
en el  que ves a tu abuela desnuda:
- vulnerable y dependiente, sí
pero digna -

Algunos de estos puntos son curvas
en círculos concéntricos.
Como cuando aquél que apenas conoces
-pero te encanta- no ha venido
y vives una estúpida congoja.

Otros puntos son más verticales
- acantiládicos-
Puntos lineales descendentes,
como el rubor que sobreviene
cuando te grita un amigo
y tú no entiendes nada.

También están los puntos agónicos
que son puntos y aparte.
Como cuando te das cuenta
de que ya no te quieres
y nada volverá a ser lo mismo.

Hay puntos de inflexión
que te dejan en estado de ingravidez.
Y flotas, flotas
y luego caes, caes
disfrutando del dolor
de volver a levantarte.


No son mías


Ese tipo de ahí
tiene tres hijas.

Le miro y pienso “tiene tres hijas”
¿Qué edad tendrá?
quizá 35

Sabe lo que se hace
o, al menos,  sabe poner cara
de saber lo que se hace.

Dedica tiempo a las tres,
casi diría por igual.
Parece calmado y luce
amplia sonrisa junto a la pequeña
de sus tres hijas.

Yo me quedo en blanco.

Me gustaría acércame y decirle
“¿Sabe usted, señor, que tiene tres hijas?”
Probablemente no le diré nada que le sorprenda,
o podría decirme “Como tres soles”

Y vuelvo a quedarme en blanco.
Al rato me río,
pensando que también podría contestarme
“¿Pero, qué me dice, tres hijas tengo?”

Definitivamente
tres hijas son muchas, demasiadas.
Pero no son mías, son de ese tipo de ahí.

Me quedo en blanco; buen semen, pienso.