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martes, 9 de diciembre de 2014

La búsqueda



Se me cayó de la boca la palabra final
como si fuera lo último
que me quedara allí dentro.
Justo antes
estuvo un rato en el borde del labio
mirándome los pies
como el que ojea un folleto de viajes.

Y en mi boca todo lo demás;
muelas, abundante saliva,
y una lengua recorriendo cada húmedo rincón de aquella cueva
cielo incluido
pero nada…

Si os asomáis, podréis ver una lengua
cansada, triste, deslucida
por no haber encontrado
ni rastro de las palabras

nosotros

mañana


todavía







miércoles, 15 de octubre de 2014

El cuento de la balada heavy


Cómo imaginar,
que junto a un eterno semáforo en rojo
ella bajaría la ventanilla para acomodar su espejo retrovisor,
y encontraría a un peatón entregado e ignoto
que cantaría para ella una inflamable balada heavy
con punteo imaginario de guitarra incluido.

Cómo imaginar su rubor tras las orejas,
los espasmos en la cara interna de los muslos
queriendo encontrarse al final de cada ingle;
su pulso ahogado en el salpicadero
y sus ganas de lluvia torrencial de verano.

El peatón cada vez más entregado y menos ignoto.

Cómo imaginarla a ella,
en ese eterno semáforo en rojo
soñando con una lluvia que lo arrasase todo,
que saqueara las casas de Madrid,
el ganado de Madrid,
el aire sucio de Madrid,
para poder conducir su coche
como quien conduce una excusa
para llevar a ese peatón
sano, seco y salvo
hasta tierra firme.

Y en el trayecto,
¿quién sabe?
pedirle el teléfono
confesarle lo indecible
o a lo mejor,
acobardada y complaciente
subir el volumen de Rock FM.

¿Cómo imaginarla?
Nunca lo sabremos
El eterno rojo
dio paso al más desesperanzador de los verdes
y todo Madrid siguió seco
todo, menos los ojos de ella
que terminaron con las casas y el ganado

escurriéndosele por las mejillas.




lunes, 13 de octubre de 2014

Correlaciones estúpidas



Podría haberme percatado
de que los niños ambidiestros y pelirrojos
 por más que lo disimulan
sienten debilidad por la crema de verduras.

Podría haberme dado cuenta,
de que las personas que pronuncian la palabra mamífero
en día festivo o incluso en la víspera
son gente mezquina, pero bailan swing como si la vida les fuera en ello.

Si las hubiese contado, habría sabido
que cuando un ascensor de siete plazas va repleto
el ascensor contiguo sube y baja tristemente desocupado
hasta en  un total de tres ocasiones distintas.

Todavía no lo sé, pero igual un día descubro
que las ancianas que siempre veranean en Huelva
pero este año van a Cantabria, por cambiar,
tienen un don para la música contemporánea.

Todas ellas, serán correlaciones estúpidas
hasta que pueda confirmarlas
y que conste que estoy a punto.

Pero hay una que acabo de comprobar
sin sesgo posible y con una buena muestra.

Allá donde veo una mujer joven
con abundantes canas en el cabello,
busco sus pies y sin excepción,
quedo absolutamente prendada
de sus zapatos.

Y yo,
satisfecha de mi trabajo de campo
yo, que tan mal gusto tengo
para envolverme los pies con esta ropa con suelas,
He decido dejar de teñir mi pelo.
Por una vez,
será pan comido.

Con un poco de suerte
en unos cuantos veranos
vestiré por primera vez un calzado bonito.
me aventuro a decir que serán
unas preciosas sandalias blancas

a juego con mi pelo.




miércoles, 27 de agosto de 2014

Coordenadas



Voy caminando
entre un campo de camelias y amapolas,
rozando con las palmas de las manos
sus pétalos frescos y sorprendidos.

Levanto la mirada y de pronto
me veo a mí con 10 años.
Una niña dulce, ajena y futurible
como el pequeño fruto que cuelga de un manzano.

Me tengo enfrente,
una niña rodeada de neurotransmisores amarillos
que camina a varios centímetros del suelo
asida por cables transparentes de unos sobacos diminutos.

No me resisto a tocarle ese pelo corto.
Huele a felicidad;
de esa que no tiene causa, que nace un día por que sí
y se va una tarde sin despedirse, por mil razones.

La siento en mi regazo,
entre colonia fresca y telarañas de colores
y hablamos largo y tendido.

A ella le gusta jugar a que hemos llegado a ser otra cosa.
Enfermera, serpiente de cascabel, hermana de alguien…
y me recuerda,  que nacimos empapadas y anfibias.
que me deje mojar, que me olvide en casa el chubasquero
que me sumerja, porque puedo salir nadando a braza,
hasta del lodo.

Ella baila, porque le gusta
no porque se le dé bien
-qué envidia-  le digo y me saca a bailar
y ya todo lo demás no importa.

Pero antes de despedirnos,
en el borde de ese acantilado sin mar que es la vida
le digo algo al oído
y ella sonríe ampliamente,
como si siendo tan pequeña
no llegara a conclusiones importantes.

Me pregunta las coordenadas,
quiere saber el sitio y la hora exacta,
para estar cerca
para no poder evitar

cruzarse contigo.



viernes, 8 de agosto de 2014

El Mar



Te pasas el año deshojando sábados
que más bien se consumen como miércoles por la tarde.

Sabes que venderías la bici estática o a tu primo segundo
con tal de descansar la mirada
en cualquier banco de cualquier paseo marítimo.

Todo el año queriendo contar ballenas, naufragios, algas en tus piernas…
en cambio, no escribes;
y te tomas café con hielo en el centro mismo de la tierra
convertida en un masa de carne magra
con las córneas en las manos
y una tos polvo de asfalto sobre la que lloran los camiones.

Todo el año con la última ola del océano
retratada a óleo sobre lienzo
en la viscosa retina de tus ojos;
y no escribes,
porque tu trabajo es áspero para la vida
porque tu vida es áspera para los sueños
y tus sueños siempre en la costa
entre bolsas de plástico y alguna sirena muerta.

Todo el año llorando tinta de boli bic,
elocuente como una cacatúa
echándole la culpa al decorado feo y pixelado en el que vives.

De octubre a julio, todos los días
deseando que te explote la sal de mesa
y el hedor a puerto entre las muelas.

Y ya estás aquí.
Lo tienes delante

Primero a diez metros
y casi, casi,
puedes oír el escalofrío que asciende con crampones vértebra a vértebra.
… pero  no escribes
Lo tienes delante
ahora a cinco, ahora a dos…
tocada, hundida, agua…

Lo tienes delante
juega con tus pies durante horas.
 Es azul, parece vivo, justo como el año pasado
… y no escribes….

Es azul,
sin duda está vivo,
justo como el año que viene.
y no escribes.
Ni de él ni de nadie,
no escribes.
Todo el año
Y nada.

Me inclino hacia él,
nos miramos a los fondos.
Me inclino un poco más
y escupo.
Ahora llevarás tú también

todo el año, dentro,
algo mío




miércoles, 23 de julio de 2014

El árbol invertido



La abuela conservaba intactos los rasgos de la nieta
Hipólito García.(Bolo)



Hoy, mientras daba de comer a mi abuelo
por primera vez ,
le he contado que nos ha crecido
un árbol genealógico 
en el patio de su casa.

Él aprieta sus labios contra la cuchara
y me mira con ojos nuevos.
“Es tan inusual como precioso- Le digo-
Tiene raíces donde uno presupone la copa.
- Me sigue mirando-
raíces que trenzan sus brazos buscando
lo que parece ser el sol”

Yo le limpio la comisura de los labios
con una servilleta  empapada en lágrimas azules.
Le llamo abuelo, y él de pronto recuerda
que ya no se sabe la tabla del 8. 

No lo vas a creer
 – le sigo contando
mientras él vuelve a estrenar la mirada-
pero el árbol de tu patio, que es el mío,
apoya sobre una base de frondosas hojas
que muyen el suelo a nuestro paso.

Él se encoje de hombros
en una respuesta general a la vida.

No sabe muy bien lo que es un árbol,
pero se esfuerza en dibujar algo nuevo
con la mente,
y vagamente puede desgranar
lo que significa la palabra patio,
la palabra abuelo.

Un precioso árbol invertido- Le digo-

Me mira muy atento
con sus ojos pequeños
y me sonríe
porque recuerda, de pronto,
que los árboles dan sombra
y eso siempre fue muy agradable

cuando la vida te arde en el pecho.



sábado, 12 de abril de 2014

Lo Otro



A Irene Rivero y Luis Pámpanas



Ella no tiene habilidad ninguna para recogerse el pelo.
Para elevarlo un poco aquí
y dejarlo caer un tanto más allá.
No la tiene.
Es un encanto, pero no sabe.
Si quiera para ponerse una desconcertada horquilla
a la altura natural de la sien.
No sabe.
Es genial,
pero no sabe.

Él, no tiene habilidad ninguna para  la vida acuática.
Está gracioso, le gusta, pero eso no es nadar.
No sé cómo lo hace
pero no flota como el resto, no le queda grácil,
Está precioso,
varado junto a la escalerilla
de un complejo vacacional.
Me encanta, pero no sabe.

Los dos, se ocuparon de mi vida marina
y mi cabellera
en un reparto racional de funciones.
Él me cortaba el pelo y me cuidaba las puntas,
ella me mantenía a flote.
Pero lo que hacían fácil era lo otro,
lo de llegar y darme la vida como si no costara trabajo.
lo de ayudarme a ser persona
iluminando a fogonazos
mi pecho
para enseñarme cada palabra que escucháis saliendo de mi boca.

Aun así, os sorprendería
conocer los problemas que ella presenta
para poner a descansar un pañuelo alrededor de sus cuello.
No sabe, tira de ingenio, pero no sabe.
Vas a sonreír,
porque te la puedes encontrar
totalmente derrotada por una bufanda,
Abatida ante un fular
como si hubiera sido rebanado de la cabellera misma de una retorcida medusa.
Te digo, que no sabe.
Es un espectáculo maravilloso, pero no sabe.

Él, en cambio, podría encontrarse
de pronto, desnudo, en medio de la vida pública
muerto de vergüenza, ajena.
No lo lleva bien, no sabe.
Él actúa a firme, conciso, pero puede caer fulminado
si el de enfrente se anima a cantar clavelitos.
Es muy tierno, pero no sabe.
Antes de llegar al estribillo, él habrá muerto dos o tres veces,
por eso, o por un cumpleaños feliz entonado a capela
en medio de su restaurante favorito.
Es entrañable,
 no sabe.

Decir, que ambos se ocuparon de lanzarme a la vida ajena
y abrigarme los inviernos en un reparto racional de tareas.
Ella me cantó siempre, alto, cuando y donde quiso,
él me educó las manos y me construyó un bastión al final de cada otoño.
Pero lo que hacían fácil era lo otro.
Lo de ayudarme a crecer  vigorosa y fuerte.
Lo de quererme tanto
que a cachitos, les asoma el corazón por el escote cuando me sonríen.
Lo de gritarme que me hurgue la vida porque es mía
porque tengo que saber de qué está hecha.

Buscadla un día,
la veréis bellísima no consiguiendo ponerse una diadema
o encontrando el peor lugar para colocar un broche.
Esas manitas, acorraladas por la seda, el algodón, el fieltro.
Son mágicas, sanadoras.
Pero de estas cosas no saben.

Si miráis un poco de cerca,  podréis  verle rendido, de rodillas,
 claudicando, bello, ante el sofá de su casa.
Ese cuerpecito lleno de tanta vida,
 cosido a las hechuras del peor sillón del mundo.

Y en esto, tengo que decir,
que la moda me resulta tan ajena como ella,
que me atrae con encanto magnético,
cualquier cosa parecida a un cojín, asiento o butaca,
 justo igual que él.
Que ojalá y encuentre las palabras para decirles
que yo tampoco sé,
que no tengo ni idea,
que me dan mil vueltas
que se lo debo todo,
que en noches negras y huecas como la de hoy,
es lo otro, lo que me da la vida,
lo que me anima a
vaciar este cuerpo
de palabras que son vuestras.
Puede que haya cosas que no sabéis
pero ¡eh!
ni falta

ni falta que os hace.



Lo de que el hielo quema y otras historias



Sobrevivo al borde del colapso.
A dudas penas busco el equilibrio
pero hoy no tengo el día.
Me conservo dependiente y mustia,
como un girasol en medio de la chorreante belleza asturiana.

Al principio, no se entiende.
¿el hielo quema?

Lo que pasa,
 es que tengo pánico
a vivir asfixiada por un ascensor repleto y roto
o por un abrazo muy grande, encerrada y bajo llave.                            
Me cuesta respirar  rodeada de tantas bocas.
Salgo de casa y parece que mejor.

Pero al principio no se entiende
¿el hielo quema?
Lo que pasa es que también
tengo terror absoluto,
al abandono de mi persona en medio de un desierto
en la cima de una montaña.
Me cuesta respirar si soy la única que tiene que hacerlo.
El teléfono, sin cobertura,
la vida, lejos.
mi cabeza, ni idea.
Tengo que volver a casa.

Y entonces lo entiendes.
El hielo, quema.
y me tiene con un pie a salvo, dentro de casa
bajo 2 pares de calcetines  de los gordos,
y el otro fuera, descalzo, libre,
arañando la hierba artificial de la casa del vecino.
Total, una mierda.

La hora de comer
y yo al borde del colapso,
no sé si quiero que me traigan la pizza a casa
o necesito recogerla en el local.

Al final, lo de siempre.
Pasta guarra con tomate
bien de calcetines
y a comer en mi terraza
pero contigo.





Manifiesto



Con gente como tú
yo me voy al supermercado
a la guerra,
y la ganamos.
Nos vamos al aeropuerto y nieva
y los pájaros del mundo celebran festivo,
con todos los vuelos cancelados.

Por gente como vosotros,
me cambio el apellido,
me busco un pueblo,
 lo repoblamos
y nuestros nietos hemofílicos perdidos.

Con gente como tú,
como vosotros,
me voy al tanatorio a vivir la peor mierda que existe,
me monto una banda,
un equipo de fútbol.

Por gente como tú
me hago daño en la garganta
escribiendo que merece la pena,
y trasteamos,
 haciendo papiroflexia
con las páginas salmón de los periódicos.

Con gente como tú
me voy a nunca jamás
y nunca jamás volvemos
llega el otoño  distraído y es una fiesta.
Por gente como vosotros
me trago el desconsuelo crudo
 y me estallan mariposas en la boca.
Con gente como tú
me voy al infierno
a la ruina
a por todos y a por todas.

Sólo, porque sé que tú
y tú también,
querrías venir
conmigo
de noche
a levantar la voz
a despertarles gritando
que no somos

como ellos.


viernes, 7 de marzo de 2014

Con la mugre a la altura de los tobillos



Mi idea,
era que yo estaba de pie
creía que contemplando la vida
con la mugre, fresquita, a la altura de los tobillos.
Pensaba que incluso viviéndola
(la vida, digo)
al menos de viernes a domingo
por lo menos aquella noche de septiembre
en Albufeira.
Esa tuvo que ser mía.

Mi idea,
era sencilla, que no simple.
me sentía permeable
sólo al agua de lluvia con olor a tierra,
pero me veía capaz de salir a la calle
bajo tres paraguas familiares
en esos días estúpidos de consejo de ministros.

Esa era mi idea.
Eso pensaba que sucedía
cada tarde al llegar del trabajo
a dejar que me taparan la boca.
Que me dejaba, eso creía.

Mi idea era, que mi cuerpo era mío,
que podía a todo poder,
que tenía a todo tener,
Que yo elegía si hoy,
si quién,
si basta.

Pero esta mañana he encendido la radio
y desde entonces llevo la marca de su mano en mi cara.
He abierto el periódico por la columna del siglo XIX,
y han querido arrancarme los ojos
cortarme la lengua a cuchillo,
han querido preñarme de sus hijos
y obligarme a alimentarlos
con toda esa mugre que ahora hierve y me llega hasta el cuello.

Por ley, esta mañana ha sido de noche y
para que mañana por la mañana vuelva a salir el sol
no vale, sólo, con ponerlo en Twitter.





Con un poco de suerte


La Inspiración nació tarde,
con los ojos abiertos de miedo,
luchando por cada bocanada de aquella materia que,
más tarde supo, se llamaba aire.
Fue concebida por la premura, desde el ansia,
alumbrada con prisa,
originada en un deseo casi enfermizo de posesión.

La Inspiración fue una criatura indudablemente bella en sus primeras horas
y nunca volvería a serlo con tanta intensidad.
Nació desnuda e indefensa, pero parecida a todos;
parecida a tantos
que hubo quien habló de limpiarle la baba,
que a modo de plagio, caía de su boca.

En su corta infancia le pasó de todo.
Enferma, pareció apagarse en incontables ocasiones
hasta la confundieron con ideas ordinarias, en muchas otras.

Ya de adolescente, la inspiración se encontró el corazón y el sexo
y se enamoró de un verso a cada segundo,

Buscó a su familia con fortuna intermitente, y ya en su madurez,
tuvo al menos un millar de hijos y dos hijas,
casi todos ellos despreciables.


Encontró fieles aliados
en los sosos parques de barrio de la clase media,
en la niñez de los otros,
en la música británica de los años cincuenta.

Apenas le dio tiempo a envejecer. 
Murió pronto, insolente hasta el último momento.
Porque la Inspiración muere en un segundo,
pero sin dramas, que nadie llore su marcha.

Con un poco de suerte nos habrá dejado a la vista, 
un precioso cadáver.