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viernes, 22 de noviembre de 2013

El Flechazo


Era Invierno.
Te descubrí temblando hermosamente
bajo la ropa
en la terraza más cara de todo el paseo Recoletos.
A tu lado,
las patitas de un gorrión
se escurrían sobre una mesa de mármol pulido.

Nunca te viste en una escena tan bucólica.

Tu acompañante,
ajeno a su suerte,
junto a ti parecía haber sido pintado
en paleta de grises.

Tú sonreíste
en una explosión de belleza desproporcionada,
con un toque muy de bosque urbano
en el iris de tus ojos.

Te escuché hablar con delirio.
Las vocales jugaban con tu lengua
las sílabas peleaban por seguir dentro de tu boca.

Y quise ir a pedirte fuego, 
aunque ya no fumo.

Pero siempre fui una cobarde
de oído muy fino.
Dudo mucho
que hubiera podido recibir dignamente,
en persona,
la cantidad de gilipolleces que,
a juguetonas sílabas,
salían de tu flamante boca.


domingo, 3 de noviembre de 2013

La Herida


Hace mucho que me  despierto entre mis miedos
son tantos
y además tan azul adentro
Miguel Martínez López




Les ofrecía cada mañana
el desayuno
para mantener sus corazones latiendo
en galletas María bañadas en leche.

Les vestía y aseaba
- qué remedio-
porque eran necesarios, adaptativos.

Pequeños y medianos monstruos
de pelaje color pánico
que fueron esculpiendo a mis espaldas
un corazón estúpido
con forma de pomelo negro.

Si me encontraban una herida
rascaban la costra.
Rascaban para ver salir la sangre,
roja,
la vida huyendo,
roja.
Y era divertido.

A día de hoy,
esos monstruos me sacan dos  cabezas
y su secuencia me incomoda.

Señalan donde no hay herida,
rascan aunque no haya costra,
y señalan ahí,  donde se ve la vida,
roja,
escapando inútil.
Y ya no me divierte.
y su pelaje no abriga
y ya poco puedo hacer
más que secarme la vida
roja,
más que dormir hasta tarde
y excusarme por no poder,
por no querer,
hacer el desayuno. 



CANDELA

- Si, papá, pero, ¿y esa?
Cada muñeca era exacta a la anterior. En el largo del pelo, en  la ropa, en la mueca  del rostro.

- Papá, ¿y esa?- preguntó de nuevo Candela con los ojos vivos, curiosos.

-Esa está rota cariño, no es tan bonita como las demás.
Candela examinó la muñeca descartada por su padre. Era más pequeña que las otras, estaba descalza y la camiseta que cubría su cuerpo, nada tenía que ver con los vestidos de sus inertes compañeras. 

Su padre cogió las tres muñecas restantes.


-Papá, ¿Yo estoy rota?-  preguntó Candela mientras su padre cerraba la tapa del contenedor. 






Microrrelato ganador anual  
del concurso Microrrelatos en cadena del programa 
"La Ventana" de la Cadena Ser
(edición 2013 y 2014)

viernes, 27 de septiembre de 2013

Terapia

Mi psicóloga es dulce y sabia pero los años pasan
Así que me anuncia que se jubila
Que esta será nuestra última cita
“Pero no te preocupes,” me dice
“Alguien cubrirá mi plaza.”
Rafael Carvajal



La cabeza de mi psicóloga
bien podría ser una descomunal
aspirina infantil,
disuelta en agua y azúcar
portada en una cucharilla de café.

Llego a su consulta y
no necesita decir nada.
Y yo no tengo que lamerle la cabeza
de abajo a arriba
para degustar el sabor del placebo.

La cabeza de mi psicóloga,
ya imaginarás,
es redonda y blanca
y no le favorece llevar sombrero.

Su cabeza
bien podría ser una descomunal aspirina infantil
pero no sé muy bien
si decirle
que lo que tengo son
mucho miedo y treinta años.
que no sé,
igual me vendría mejor
algo más fuerte

que su insípida cabeza.



sábado, 24 de agosto de 2013

Ejercicio gráfico de empatía nº 1



Si la pena se pudiese diluir en agua
imagina una bañera tristemente llena.

Te explico;
Yo estaría desnuda
y primero
acercaría uno de mis pies a la orilla.


Lo que tiene la pena
es que deja el agua tibia.
No da impresión
no refresca.

Mi bañera llena
y mi pie dentro
desconsolado, húmedo
Más tarde,
con los dos pies tocando fondo
tengo una estabilidad desoladora.

Decido nadar,
a ratos hundirme
a veces no salir de mi escondite
a tomar aire.

¿Y sabes toda esa agua
que rebosa
que se precipita bañera abajo
todo ese líquido sobrante?

Ahora entiendes mis lágrimas

Ahora sabes por qué lloro.


jueves, 8 de agosto de 2013

El tiempo del hambre



Estamos esperando ese pensamiento que nos golpee,
esa ola que nos rompa en el pecho como la primera,
esa sensación que venga,
que llegue y que nazca en la parte baja de la barriga
y nos sacuda de una.

Aguardando el tiempo del hambre
ansiosos de sed,
de lo grato que será saciarla.

Qué lástima
si amanece mañana
y por error,
es la náusea
la que llega primero







sábado, 15 de junio de 2013

Cuando el mundo gira pero poco



Siempre que tengo
un día en caída libre
de esos que barrería
debajo de la alfombra;
un día de los amargos.
en que el mundo gira,
pero poco,
y nace feo y muere pronto.

Siempre que tengo un día
atravesado,
 en diagonal
justo en el centro de la tráquea
no sé cómo,
pero  lo sabes.

Decides aparecer
en medio del salón
o del caos
radiantemente guapo
¡joder!

Me propones ordenar los libros
porque si, porque importa
y me fabricas una mecedora
de mimbre blanco
en la cara interna de tus brazos.

Y me cantas cerca de los ojos
para poder soplarme
algo de vida en las pestañas

Y me cubres de miel
y de mantillo
Y se me hace una pasta pegajosa en el cuerpo
y es un asco
pero me muero de la risa.

Y a mí me faltan manos
para decirte
que me faltan manos
para decirte
que mi caída libre
termina con rozarme,
un poquito,
con la piel de las tuyas.





jueves, 18 de abril de 2013

Un todo aterrador




Mira,
una avalancha.
Viene a sepultarlo todo.

Me quedo quieta
y la observo.

Tiene una belleza hipnótica.
Todas esas pequeñas partes
formando un todo aterrador.

Se aproxima lenta pero eficaz
en un ejercicio certero de destrucción.

Mira,
una avalancha
encima,
 justo encima de nosotros.

Emite un sonido ensordecedor.
Tranquilo.
No tendremos que escucharlo
mucho tiempo más.



Lienzo de terraza con camarero



Has llegado con el pelo
prendido en llamas.
Repleta de flores.
Más viva que nunca.

Has venido de cero, distinta
con las costillas despegadas
sacando historias recién vividas
de un bolso ridículo.

Has venido con el café de casa,
hirviendo, riéndote
de un mundo por estrenar
con las uñas mordidas
y colorete de salsa de tomate.

Has llegado oliendo a nueces
a patatas recién sacadas de la tierra
con zapato plano
y el vello de los brazos de punta.

Te sientas a mi lado
con la elegancia de un dogo
casi como antes,
casi como cuándo éramos otra cosa

Has venido haciendo latir el suelo
bajo tus pies del 37
y yo te lo agradezco
aunque me arda tanta viveza.

El camarero acaba de conocerte y ya te quiere
y yo le entiendo.

Mírate
Estás lista,
Como un manojo de dinamita.

 Llevas tanta vida bajo los pulmones
que podrías engendrar
varios hijos de una exhalación.

Tú no lo sabes
pero al doblar esa esquina
has viajado al pasado.

Y ahí estoy yo
apartando todas esas flores
para verte bien.
quizá para decirte
ya sabes, lo que te decía antes.

El camarero nos toma nota
y para su deleite
yo te quiero a ti.
pero tú quieres
un café
con leche fría
en vaso.


jueves, 21 de marzo de 2013

La rutina podría ser una viejecita adorable




Puede llegar en el momento más trivial.

Puedes estar de pie,
vacía,
mirando por la ventana
y sentir cómo se posa en tu hombro.

Tiene el peso de una bala de plomo
de arena en el paladar.
Y está en tu hombro
elige uno.

Te recubre los ojos de tul negro
y espera,
octogenaria, paciente.

Si vas a la ducha
o a la cocina, a freír un huevo
te acompaña,
 es  un narrador incansable.

Te obliga a colocar  facturas
a vivir descafeinada , 
a pasear tu cuerpo de parquímetro hacia la cama.

Está en tu hombro
y huele asquerosamente a nada.

Entonces él llega a casa
y te besa como el que chupa un sello.
un beso frío, azul
de gaceta dominical.

La notas en tu hombro,
respira desgastada  en tu oído.

Podría haber sido una viejecita adorable,
con cabellera de hilo blanco,
con nudillos de árbol
preparados para el apego.
Pero no.

Está en tu hombro
a horcajadas,
como una fea lechuza
viviendo del desgarro,
del tuyo.

Es cuestión de supervivencia.
Si no muere
con el próximo rayo de sol
La mato.



viernes, 1 de febrero de 2013

Una mala idea



“La tierra estaba seca, no había ríos
ni fuentes y brotó de tus ojos el agua,
toda el agua”
Luis Alberto de Cuenca




No es buena idea llorar mientras conduces,
porque es verano
y no tienes manga que te haga las veces
de paraguas invertido.

No es buena idea llorar,
de esta guisa, conduciendo
porque no vas por carretera
y en cada semáforo
los locutores de radio te dedican
canciones que dan de comer a tu congoja.

Cuando lloras y conduces,
las lágrimas que gotean de tus ojos
son las noticias de la una de la madrugada
y la nube que llevas a casa en el asiento de atrás
llueve de pura envidia.

Desde el ileso arcén de la M40,
rellenando este parte con contrario
te digo, que no es buena idea
llorar mientras conduces
porque no ves nada.