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miércoles, 27 de agosto de 2014

Coordenadas



Voy caminando
entre un campo de camelias y amapolas,
rozando con las palmas de las manos
sus pétalos frescos y sorprendidos.

Levanto la mirada y de pronto
me veo a mí con 10 años.
Una niña dulce, ajena y futurible
como el pequeño fruto que cuelga de un manzano.

Me tengo enfrente,
una niña rodeada de neurotransmisores amarillos
que camina a varios centímetros del suelo
asida por cables transparentes de unos sobacos diminutos.

No me resisto a tocarle ese pelo corto.
Huele a felicidad;
de esa que no tiene causa, que nace un día por que sí
y se va una tarde sin despedirse, por mil razones.

La siento en mi regazo,
entre colonia fresca y telarañas de colores
y hablamos largo y tendido.

A ella le gusta jugar a que hemos llegado a ser otra cosa.
Enfermera, serpiente de cascabel, hermana de alguien…
y me recuerda,  que nacimos empapadas y anfibias.
que me deje mojar, que me olvide en casa el chubasquero
que me sumerja, porque puedo salir nadando a braza,
hasta del lodo.

Ella baila, porque le gusta
no porque se le dé bien
-qué envidia-  le digo y me saca a bailar
y ya todo lo demás no importa.

Pero antes de despedirnos,
en el borde de ese acantilado sin mar que es la vida
le digo algo al oído
y ella sonríe ampliamente,
como si siendo tan pequeña
no llegara a conclusiones importantes.

Me pregunta las coordenadas,
quiere saber el sitio y la hora exacta,
para estar cerca
para no poder evitar

cruzarse contigo.



viernes, 8 de agosto de 2014

El Mar



Te pasas el año deshojando sábados
que más bien se consumen como miércoles por la tarde.

Sabes que venderías la bici estática o a tu primo segundo
con tal de descansar la mirada
en cualquier banco de cualquier paseo marítimo.

Todo el año queriendo contar ballenas, naufragios, algas en tus piernas…
en cambio, no escribes;
y te tomas café con hielo en el centro mismo de la tierra
convertida en un masa de carne magra
con las córneas en las manos
y una tos polvo de asfalto sobre la que lloran los camiones.

Todo el año con la última ola del océano
retratada a óleo sobre lienzo
en la viscosa retina de tus ojos;
y no escribes,
porque tu trabajo es áspero para la vida
porque tu vida es áspera para los sueños
y tus sueños siempre en la costa
entre bolsas de plástico y alguna sirena muerta.

Todo el año llorando tinta de boli bic,
elocuente como una cacatúa
echándole la culpa al decorado feo y pixelado en el que vives.

De octubre a julio, todos los días
deseando que te explote la sal de mesa
y el hedor a puerto entre las muelas.

Y ya estás aquí.
Lo tienes delante

Primero a diez metros
y casi, casi,
puedes oír el escalofrío que asciende con crampones vértebra a vértebra.
… pero  no escribes
Lo tienes delante
ahora a cinco, ahora a dos…
tocada, hundida, agua…

Lo tienes delante
juega con tus pies durante horas.
 Es azul, parece vivo, justo como el año pasado
… y no escribes….

Es azul,
sin duda está vivo,
justo como el año que viene.
y no escribes.
Ni de él ni de nadie,
no escribes.
Todo el año
Y nada.

Me inclino hacia él,
nos miramos a los fondos.
Me inclino un poco más
y escupo.
Ahora llevarás tú también

todo el año, dentro,
algo mío