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jueves, 29 de marzo de 2012

Vacaciones



Vamos a poner que
es jueves y quieres ir a la playa.
En pleno día laborable,
dices que necesitas ir a la playa
y se lo cuentas a uno, a cualquiera.

Pero cuando dices playa,
en realidad quieres decir “útero materno”.
Socialmente estaría mal visto
y físicamente sería,
cómo decirlo, aproporcionado.
A nivel mental
 entramos en un todo vale.

Y pongamos
que te esperas al viernes
y te vas a la playa, a una,
 la más cercana.

Pero no te bañas,
porque cuando piensas en agua,
en realidad quieres decir “líquido amniótico”
Socialmente sería deplorable
y físicamente un asco.
Mentalmente aparecen objeciones.

Es viernes,
estás en la playa  y te comes un helado
porque es lo que hace la gente
que está de vacaciones.

Pero cuando hablas de comida
lo que en realidad buscas
es el “cordón umbilical”

Este es el momento
en el que te confiesas
social
física
y mentalmente enferma
y llamas a tu madre.




Todo lo que callan



No quiero contarte
lo que se ha escrito ya
un millón de veces
porque esto no ha pasado antes.
Me atrevo a decir que, a nadie.

Me he propuesto
no caer en los trópicos de siempre
porque lo que tú y yo provocamos
es, en definitiva, nuevo.

Voy a evitar
palabras usadas de más
por otros tantos
porque el resultado de nuestra eclosión
entra en los márgenes de lo extraordinario.

Estoy obligada
a no dejarme tentar
por lugares comunes
llenos de turistas y gentes de paso.

Y para poder hacer todo esto,
voy a callar todo lo que tú sabes
todo lo que yo sé de sobra
y todo lo que callan aquellos que nos miran
y lo saben.
Este cauto silencio es para nosotros.


Algo falla



Algo falla
cuando empiezo a razonar como la abuela de alguien.
Es para alarmarse
saberse tan lejos de lo inmediato
de quienes saben lo que va a pasar mañana.
Recordar, viajando en metro,
que la vida iba en serio
y que el más tarde
se ha juntado con la rabiosa actualidad.

Algo falla
de manera escrupulosamente puntual
y alguien tiene que pagar por ello.

Niño,
 si me tratas de usted, me quedo con la pelota



lunes, 26 de marzo de 2012

No voy a a tener problema


Me gustaría poder explicarle
a alguien,
cómo caminas cuando te alejas.

Estás desnudo, por supuesto,
siempre lo estás en mi cabeza.

Hay algo,
no sabría decir qué
que te aúpa los hombros
y te da un aire confiado
que me hace flaquear las piernas.

Luego está lo otro,
el tema de tu pelo.
Caminas desnudo
–sobra decir que por supuesto-
y una belleza enmarañada
pendula sobre tu espalda.

No puedo ver tu piel
bajo tanto derroche de pelo
pero sé que es suave, sé
que si la tocase estaría tersa
y sería agradecida.

Sé también, que si la besase
la piel de tu espalda acogería
-con agrado-
la humedad de mis labios.

Te alejas,
increíblemente desnudo,
y te observo – literalmente-
por primera vez.

Caminas y te detienes
Te giras y vuelves.
Se te ha olvidado algo.

No voy a tener problema en dártelo.


viernes, 23 de marzo de 2012

Raras veces mutan



Las chicas de enfrente
se lanzan piropos
en una competición
que ambas parecen querer ganar.

Son preciosas.
Estamos hablando de un hecho objetivo.

Igual se han pasado con el maquillaje.
Igual.
Igual demasiado toque años 50.
Igual.

Posiblemente muy recargadas
y muy probablemente ellas discrepasen al respecto.

Me miran.
Y casi puedo leer en sus cejas
que mi riña con la moda les descompone.
Me miran
como si viniera del futuro.

Son preciosas.
Los hechos objetivos raras veces mutan.

Coincido con la morena,
la rubia es la réplica de  Audrey,
pero Italia queda lejos
y más que de vacaciones
está borracha.



martes, 20 de marzo de 2012

La Extraña Pareja



Anular y Corazón están tristes,
como abstraídos.
No quieren tocar más el piano.

Anular y Corazón
se me declaran “no cooperadores”,
tal cual.
Y con quién hablo yo
si el sindicato de los dedos está por inventar.

Anular y Corazón están altivos,
sobreactuados, como dos divas.
Saludan raro y acarician con desgana.

Si les llevo flores se arrugan,
si les amenazo con amputar
se abrazan y tiemblan.

Se escudan en la llegada de la treintena,
en que la primavera
nos pone a todos ñoños
Y yo hago fuerza
sin saber si tiro o empujo.

Hoy, de pronto, grité sus nombres
y se me abrió
un agujero negro en el pecho.




La Sequía


Pasar la página
y las que siguen están en blanco.

Sentirse terriblemente responsable
de la inercia del mundo;
de la incesante tortura de un mundo por escribir.
Y yo en plena sequía literaria.

Quizá sea ese el tema de mi mundo:
Tiene que llover.