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viernes, 8 de agosto de 2014

El Mar



Te pasas el año deshojando sábados
que más bien se consumen como miércoles por la tarde.

Sabes que venderías la bici estática o a tu primo segundo
con tal de descansar la mirada
en cualquier banco de cualquier paseo marítimo.

Todo el año queriendo contar ballenas, naufragios, algas en tus piernas…
en cambio, no escribes;
y te tomas café con hielo en el centro mismo de la tierra
convertida en un masa de carne magra
con las córneas en las manos
y una tos polvo de asfalto sobre la que lloran los camiones.

Todo el año con la última ola del océano
retratada a óleo sobre lienzo
en la viscosa retina de tus ojos;
y no escribes,
porque tu trabajo es áspero para la vida
porque tu vida es áspera para los sueños
y tus sueños siempre en la costa
entre bolsas de plástico y alguna sirena muerta.

Todo el año llorando tinta de boli bic,
elocuente como una cacatúa
echándole la culpa al decorado feo y pixelado en el que vives.

De octubre a julio, todos los días
deseando que te explote la sal de mesa
y el hedor a puerto entre las muelas.

Y ya estás aquí.
Lo tienes delante

Primero a diez metros
y casi, casi,
puedes oír el escalofrío que asciende con crampones vértebra a vértebra.
… pero  no escribes
Lo tienes delante
ahora a cinco, ahora a dos…
tocada, hundida, agua…

Lo tienes delante
juega con tus pies durante horas.
 Es azul, parece vivo, justo como el año pasado
… y no escribes….

Es azul,
sin duda está vivo,
justo como el año que viene.
y no escribes.
Ni de él ni de nadie,
no escribes.
Todo el año
Y nada.

Me inclino hacia él,
nos miramos a los fondos.
Me inclino un poco más
y escupo.
Ahora llevarás tú también

todo el año, dentro,
algo mío




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