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miércoles, 11 de febrero de 2015

Miserias




Escribía unos versos repletos
de vocales en suspensión
que terminaban por reposar
 junto a consonantes
como pompas de jabón que descansan
en tu cama a la hora de la siesta.

Sus versos eran
como una fila de afanadas hormigas
que subrayan para siempre en el recuerdo
los días de primavera en que el sol
te prende vivas las mejillas.

Cada uno de sus párrafos
terminaba por adoptar
la forma y el tacto de una pantera
reposando de la caza
con la panza llena,
a la vez de vida y de sangre.

Escribía unos versos
de los que te empapaban de amor las pestañas
con palabras que eran viento bailando con tu pelo
en medio del desierto que es tu espalda en agosto.

Eran versos bellos
como la nieve virgen de hoy
que se acomoda sobre la nieve virgen de ayer
sin que puedas distinguirlas.

Escribía hermoso,
como si viviera asomado al abismo
que guardo entre las orejas,
muy capaz de provocar un diluvio
tan sólo insinuando la aridez de la tierra.

Es una lástima
que desde que vive en mi sótano
haya abandonado su estilo
y se limite a escribir
ruidosas y parcas notas

pidiendo que le deje volver a casa.



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