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viernes, 7 de marzo de 2014

Con la mugre a la altura de los tobillos



Mi idea,
era que yo estaba de pie
creía que contemplando la vida
con la mugre, fresquita, a la altura de los tobillos.
Pensaba que incluso viviéndola
(la vida, digo)
al menos de viernes a domingo
por lo menos aquella noche de septiembre
en Albufeira.
Esa tuvo que ser mía.

Mi idea,
era sencilla, que no simple.
me sentía permeable
sólo al agua de lluvia con olor a tierra,
pero me veía capaz de salir a la calle
bajo tres paraguas familiares
en esos días estúpidos de consejo de ministros.

Esa era mi idea.
Eso pensaba que sucedía
cada tarde al llegar del trabajo
a dejar que me taparan la boca.
Que me dejaba, eso creía.

Mi idea era, que mi cuerpo era mío,
que podía a todo poder,
que tenía a todo tener,
Que yo elegía si hoy,
si quién,
si basta.

Pero esta mañana he encendido la radio
y desde entonces llevo la marca de su mano en mi cara.
He abierto el periódico por la columna del siglo XIX,
y han querido arrancarme los ojos
cortarme la lengua a cuchillo,
han querido preñarme de sus hijos
y obligarme a alimentarlos
con toda esa mugre que ahora hierve y me llega hasta el cuello.

Por ley, esta mañana ha sido de noche y
para que mañana por la mañana vuelva a salir el sol
no vale, sólo, con ponerlo en Twitter.





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